Ya le había avisado de que no se metiera en el bosque con dos chuletones en los bolsillos, que había muchos osos sueltos.
-¡No vayas!- Le dije gritando desde la ventana.
También le dije que a los osos les gustaba mucho la miel, ¡se hecho colonia con olor a miel y se puso un traje de lentejuelas llamativo, horroroso y muuuy feo. Ya le había avisado de que no daban buen tiempo.
-¡Ponte botas y chubasquero que va a llover!- Le avisé.
Pero no, no me hizo caso y se fue con sus zapatos nuevos de color blanco. Ya le había avisado de que no se distrajera por el camino.
-¡No te pares por el camino...! ¡Aún estás a tiempo de no ir!- Le dije desayunando bizcocho. Pero...¡Exacto! No me hizo caso. A mitad de camino se saco los chuletones y empezó a saborearlos y de repente un oso apareció por detrás...¡Yo ya le había avisado de que los osos se le comerían!
El oso se acercó.
-¡No me comas por favor!- Gritó lloriqueando.
-¡Jajajaja! ¿Comerte, yo?-
De repente el "oso" se quita la máscara y el disfraz. Resultó que era su mejor amigo gastándole una broma.
-Jope, me lo había creído- Dijo con tono de vergüenza rascándose la nuca.
-Era para que aprendieses a escuchar, por que yo YA TE HABÍA AVISADO-
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